miércoles, 2 de octubre de 2013

Drogas (Osvaldo Rossler)

De mesa en mesa, acompañado o solo,
frecuentador de sillas y de cuartos,
ese café que tomo es como un gesto
de aceptación que adquiero día a día,
es la vieja costumbre que me ha impuesto
mi ciudad, mi trabajo, mi fastidio,
es mi droga común, es mi cansancio,
pero insisto en su práctica, en su sorbo,
para rodear con algo esas palabras
que hablo con otros o conmigo mismo.

Este café que tomo es como el asco,
este café que tomo es como el miedo,
este café no es como el pan o el vino
como la sopa diaria que me nutre;
es una forma de quemar el cuerpo,
de frecuentar una necesidad
que no es imprescindible, que me irrita,
pero que ayuda a soportar el peso
lento, lentísimo de algunas horas.

Este café que tomo es como el odio.

Osvaldo Rossler

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