martes, 9 de mayo de 2023

El Hornero (Leopoldo Lugones)

   EL HORNERO


La casita del hornero

tiene alcoba y tiene sala.

En la alcoba la hembra instala

justamente el nido entero.


En la sala, muy orondo,

el padre guarda la puerta,

con su camisa entreabierta

sobre su buche redondo.


Lleva siempre un poco viejo

su traje aseado y sencillo,

que, con tanto hacer ladrillo,

se la habrá puesto bermejo.


Elige como un artista

el gajo de un sauce añoso,

o en el poste rumoroso

se vuelve telegrafista.


Allá, si el barro está blando,

canta su gozo sincero.

Yo quisiera ser hornero

y hacer mi choza cantando.


Así le sale bien todo,

y así, en su honrado desvelo,

trabaja mirando al cielo

en el agua de su lodo.


Por fuera la construcción,

como una cabeza crece,

mientras, por dentro, parece

un tosco y buen corazón.


Pues como su casa es centro

de todo amor y destreza,

la saca de su cabeza

y el corazón pone adentro.


La trabaja en paja y barro,

lindamente la trabaja,

que en el barro y en la paja

es arquitecto bizarro.


La casita del hornero

tiene sala y tiene alcoba,

y aunque en ella no hay escoba,

limpia está con todo esmero.


Concluyó el hornero el horno,

y con el último toque,

le deja áspero el revoque

contra el frío y el bochorno.


Ya explora al vuelo el circuito,

ya, cobre la tierra lisa,

con tal fuerza y garbo pisa,

que parece un martillito.


La choza se orea, en tanto,

esperando a su señora,

que elegante y avizora,

llena su humildad de encanto.


Y cuando acaba, jovial,

de arreglarla a su deseo,

le pone con un gorjeo

su vajilla de cristal.

Entradas populares